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Sebastião Salgado: el ojo que hizo visible lo invisible

Por: Martín Gutiérrez

3/23/2025 2 min read

Sebastião Salgado fue mucho más que un fotógrafo reconocido mundialmente.
No necesitó colores para contar historias: su lente en blanco y negro capturó el dolor, la esperanza y la dignidad de millones de personas en todo el mundo. Su obra trascendió la estética para convertirse en una forma de activismo visual, donde cada imagen es testimonio, memoria y denuncia.

Nacido en 1944 en una zona rural de Minas Gerais, Brasil, creció rodeado de naturaleza, en una finca ganadera que marcaría su conexión profunda con el entorno. Pero su primer camino fue otro: estudió economía y trabajó en organismos internacionales. Fue en África, durante una misión laboral, cuando tomó una cámara prestada de su esposa y descubrió la fuerza del lenguaje visual. Aquella primera fotografía marcó un punto de inflexión: dejó la economía y se entregó por completo a la fotografía documental.

Salgado se caracterizó por emprender proyectos de largo aliento, recorriendo más de 120 países para documentar realidades extremas: condiciones laborales brutales, desplazamientos forzados, guerras, hambre, crisis ambientales. Pero nunca retrató desde la lástima. Su mirada fue siempre respetuosa, profunda y humana. En cada encuadre, una historia. En cada rostro, una dignidad intacta.

En Trabajadores, su serie más emblemática, retrató la belleza y la dureza del trabajo físico en distintas partes del mundo. En Éxodos, visibilizó el drama de los migrantes y refugiados. No eran simples imágenes: eran capítulos de la historia humana contados desde adentro, con sensibilidad y compromiso.

Tras años enfrentando las tragedias del mundo, Salgado sufrió una profunda crisis emocional. Se retiró temporalmente y volvió a su tierra natal. Allí, junto a su esposa Lélia, emprendió una cruzada ambiental: reforestar las tierras devastadas de su infancia. Así nació el Instituto Terra, que ha logrado recuperar miles de hectáreas de selva atlántica. Lo que comenzó como una forma de sanar se transformó en un acto de restauración colectiva.

Ese renacer lo llevó a una nueva etapa. En Génesis, su último gran proyecto, exploró los rincones más intactos del planeta: paisajes vírgenes, comunidades indígenas, especies animales en libertad. Con esas imágenes nos recordó que aún queda belleza en el mundo, y que debemos protegerla antes de que desaparezca.

Salgado no buscaba manipular emociones: dejaba que las fotografías hablaran por sí solas. Su obra es un llamado silencioso pero poderoso, una lección de ética, sensibilidad y compromiso. No solo registró lo que ocurría: ayudó a transformarlo.

A tres días de su fallecimiento, el 23 de mayo de 2025, su legado sigue intacto. Sebastião Salgado demostró que una cámara, en las manos adecuadas, puede convertirse en una herramienta de cambio. Y que mirar el mundo con compasión puede ser el primer paso para transformarlo.

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